
La madrugada fue un poco dura, pero nos levantamos rumbo a Madrid. Cuando paramos en Manzanares el Real a comprar pan la impresionante mole de el Yelmo ya se
divisaba.
Compramos el pan y nos dirigimos al
parking, era un poco tarde por lo que no pudimos subir a Canto Cochino. Aparcamos y
despues de degustar unas viandas comenzamos a caminar.
Despues de un rato llegamos al
parking, cruzamos el Manzanares y comenzamos a subir entre jaras y piedras de granito. El calor era sofocante
habia que hidratar.
Conforme vamos subiendo vamos viendo a los escaladores como serpentean hacia arriba por sus piedras.

Al fin podemos contemplar nuestro objetivo el Yelmo, una impresionante mole de granito.

Observando el libro, descansando para acometer el ultimo tramo de la
ascension.

Yo con el Yelmo de fondo.

La base del Yelmo

La pradera.
Despues de
contemplar un buen
rato la mole de granito, comenzamos el ultimo tramo de la
ascension con la estrecha chimenea.


Comenzando la
chimenea que da
acceso a la cima, es muy estrecha con lo que toco apretar los
michelines,
jee,
jee.

Tiene un par de pasitos un poco mas
dificiles, que se pasan sin apuros.

Cima, con el embalse de fondo.

Vistas.


Ya de camino de vuelta nos pudimos
encontrar con unas cabras, que
querian saludarnos antes de
irnos.
Maria sobre el
rio Manzanares.
Despues de llegar al
parking , descansamos un poco mientras Juan
subia la
furgo a canto cochino y continuamos por la autopista de la pedriza hacia el refugio
Giner,
ah una autopista de personas no os
penseis.

Al
dia siguente despues de dormir y descansar del duro
treking, nos fuimos a probar el granito
pedricero.

Donde pudimos comprobar como agarraba y nos deslizamos como lagartijas.


Disfrutando de la escalada.


Eran unas
vias faciles y bien equipadas, donde terminamos de disfrutar de nuestro
finde por la cuenca alta del Manzanares.